Osteopatía y Método Kyma
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Cortisona
La cortisona, también conocida como corticoide (17-hidroxi-11-deshidrocorticosterona), es una hormona perteneciente a la familia de los glucocorticoides fabricada por el organismo en las glándulas suprarrenales localizadas en el polo superior de los riñones (glándulas suprarrenales) a partir del colesterol. Es necesaria para el buen funcionamiento del organismo, especialmente en casos de estrés y durante una respuesta inmunológica.
La cortisona sintética se usa como terapia antiinflamatoria, antialérgica (alergia a los heno, etc.) como inmunosupresor (para reducir las respuestas inmunológicas en casos de trasplante de órganos, por ejemplo) y como antídoto en tratamientos médicos (por ejemplo, en caso de mordedura de serpiente, etc.) o para tratamientos veterinarios.
Elle est aussi utilisée en cas de leucémie, quelque fois en association avec des produits anticancéreux. Dans la maladie d’Addison, qui se définit par une baisse ou une absence de sécrétion des glandes corticosurrénales, la personne est obligée de prendre de la cortisone. La cortisone est aussi employée en application locale dans certaines maladies de la peau (dermatoses).
La cortisona tiene las mismas propiedades generales de los glucocorticoides y el cortisol en el organismo, y especialmente:
- En los carbohidratos, generando un aumento de la tasa de azúcar en la sangre.
- En los lípidos, y principalmente su distribución en el cuerpo humano.
- En las proteínas de los músculos y los huesos, participando en su síntesis.
- En los minerales.
- En el agua.
La cortisona puede tener algunos peligros dependiendo de su uso y cuando se usa incorrecta o en exceso. La forma oral (comprimidos o líquido) no presenta peligro si la persona controla su dosificación de sodio y potasio, verifica su función renal, sus glóbulos rojos, sus plaquetas y sus glóbulos blancos.
Para los tratamientos de cortisona a largo plazo, los efectos secundarios son numerosos: osteoporosis, diabetes, edema, compresión vertebral, brotes de enrojecimiento cutáneo, infecciones recurrentes, pérdida muscular, síndrome de Cushing (obesidad facial y torácica), glaucoma, fragilidad de la piel, trastornos psíquicos, pelo excesivo (hirsutismo), presión arterial alta, desequilibrio hormonal en el feto, retraso o detención del crecimiento en el niño.
Además, el abrupto cese de la cortisona puede provocar desequilibrios hormonales más o menos graves y el regreso de la enfermedad que provocó el uso de la cortisona. El descanso de las glándulas suprarrenales durante un tratamiento con cortisona a veces da lugar a la atrofia de estas sin signos visibles, exponiendo al sujeto a una insuficiencia suprarrenal aguda.
Para la cortisona con fines dermales, la aplicación de esta en una superficie demasiado grande puede generar los efectos secundarios mencionados anteriormente. También pueden aparecer distrofias cutáneas (problemas de estructura y vascularización) en la misma piel, lo que se traduce en enfermedades cutáneas (acné, couperose y estrías).
En general, la cortisona puede provocar un desequilibrio hormonal como la diabetes, empeorar una presión arterial mal equilibrada, activar una tuberculosis hasta entonces latente, despertar parásitos en el organismo. Por lo tanto, todas estas patologías deben tratarse antes de considerar un tratamiento con cortisona.